"... podía oír los pájaros cantar, oler la vegetación del jardín por el que pasaba... y mi respiración se agitó, me sentí muy rara, incluso comencé a sentirme mal, sin saber lo que me estaba pasando, si me recuperaría o me desvanecería... pero seguí adelante y miré, y vi un gato y me paré a hablarle, casi buscando un consuelo en él. Nos observamos. Los gatos siempre miran a los ojos. Te miran tan hondo que te hacen estremecer, pues es tan profunda esa mirada, se clava en mis ojos de una forma tal, que casi no la puedo aguantar. Pero ese gato, después de mirarme así se asustó, se le erizó el rabo y salió corriendo. ¿Que había visto el gato para salir corriendo así? pensé. Entonces, la sensación voluptuosa que se había parado en mi pecho, me subió rápidamente desde la nuca envolviendo toda mi cabeza y ya no me sentía como una gacela. No, ahora era una pantera negra, fuerte, segura y sigilosa... miré a un lado y otro como hacen los grandes felinos, y todo me pareció distinto." Dándome Cuenta, 2007 |
Obras por técnicas y temáticas
sábado, 30 de abril de 2011
Pantera Negra
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