sábado, 23 de febrero de 2013

La mirada del Maestro


Interpretación del Autorretrato de Rembrandt


"Las obras de Rembrandt poseen el misterio y la capacidad de que ante ellas nos surjan múltiples interrogantes; esto solamente ocurre ante artistas creadores, en donde existe algo más que narración. Nos obligan a entrar en su personalidad, en su mundo pleno de capacidad. [...] Como pintor de retratos, Rembrandt nos proporciona la ocasión de descubrir al hombre en su intimidad, de conocer su subconsciente. Desarrolla todo un proceso de interiorización en el hombre y en las cosas, empezando por él mismo. Descubre verdades, ampliando la visión del hombre. [...] Alcanza la captación de la intangible esencia de lo humano de manera especial en sus numerosos autorretratos, en los que queda patente su conciencia de individuo único e irrepetible y su inexorable caminar hacia la muerte. Los realizados poco tiempo antes de morir, 1668 y 1669, son un grito sordo del individuo derrotado, pero a la vez de una colosal humanidad" . 

Juan Carrete Parrondo:  Rembradt. Los grandes genios del Arte. Madrid, 2004, pp.  8-12.


Algunos de los grandes pintores del siglo XX, se obsesionaron por los últimos autorretratos que Rembrandt realizó. Y al igual que Oscar Kokoschka, yo también lo descubrí por primera vez en un día de invierno en Londres, en la National Gallery. El lienzo ejercía una poderosa atracción sobre mi, los ojos del maestro me miraban mientras yo iba descubriendo cada pincelada suya, observando como su piel surgía de la oscuridad,  su pelo se deshacía en la penumbra, y su mirada reflejaba todo su interior... era muy difícil separarse de esa imagen que me atraía como un imán, y necesité volver a ella varías veces antes de abandonar el Museo. Ahora precisaba recrearla, aprender de ella, pintarla, o mejor dicho, pintar al maestro a través de mis propios ojos, para aprender todo lo posible de cuanto transmitió con sus pinceles. Busqué su ayuda para crecer. Y él me encontró.

Transcribiré aquí las certeras palabras que Kokoschka dejó en su autobiografía, en las que refleja su íntima experiencia, lo que él sintió ante este lienzo: "Rebrandt padecía de hipocresía, los ojos le lloraban y le fallaban con frecuencia. Pero, ¡como supo observar en el espejo el fin de su vida! En un caso así, la objetividad intelectual de un artista plástico capaz de sacar el cociente final de una gran vida y plasmarlo en un cuadro se transfiere al espectador. Esa capacidad de contemplar la propia descomposición, de verse a si mismo como un ser que se transforma en cadáver, como un ave desplumada en una naturaleza muerta, va aún más lejos que El pavo desplumado del revolucionario Goya. Pues existe una diferencia entre ser uno mismo el sujeto del proceso o que lo sea otro. Un espíritu se extingue, y el pintor cuenta lo que ve".

Juan Carrete Parrondo: op. cit. p. 12.