miércoles, 15 de julio de 2009

LA DIOSA CASCADA

Tras horas caminando junto al cauce del río que discurre entre las montañas del sitio en que nací, respirando el aroma a pinos que solo encuentro allí, y con la compañía de los mirlos acuáticos, lavanderas cascadeñas y arrendajos, llego al mágico lugar donde ella se encontraba desde hace miles de años... Su belleza era tan pura, tan verde, que no pude permanecer mucho tiempo frente a ella en pie, pues una fuerza increíble me obligó a inclinarme para poder observarla. El agua, con gran fuerza, caía formando una cascada que reposaba en una poza cristalina del color de las esmeraldas. Y allí, dejando pasar los minutos cautivada por su hermosura, me vi embargada por una sensación ancestral que me hizo comprender por que nuestros antepasados primitivos adoraban al agua, así como a los demás elementos de la Naturaleza. Seguí con mi mirada las gotas que brotaban hasta que llegaban a juntarse con el agua en calma y sentí que era parte del lugar, que el ochenta por ciento de agua que llevo dentro bailaba al son del canto de la diosa cascada... entonces, le pedí con todas mis fuerzas que me concediese salud para seguir acercándome a la Naturaleza por el resto de mi vida.